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No olvidéis que la esencia de nuestro apostolado es dar doctrina[11], porque, como os he dicho una y mil veces, la ignorancia es el mayor enemigo de la fe. Escribía San Pablo a los romanos: ¿cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? Y ¿cómo creerán, sin haber oído hablar de Él? Y ¿cómo oirán si nadie les predica?67. Porque sentís esta responsabilidad de predicar, dais una gran importancia a la labor docente –privada o pública; personal o colectiva; de grado primario, medio o superior–, aunque la enseñanza es una pequeña parte de nuestro trabajo profesional.

Por la misma razón, procuráis animar los medios a través de los cuales se forma la opinión pública: la prensa, la radio, la televisión, el cine, etc. Los que desempeñáis vuestra labor profesional en esos medios, dais doctrina, no ya a un grupo pequeño de personas –como hacéis cuando dirigís un Círculo o pronunciáis una conferencia– sino que, como el Señor, predicáis a la multitud, al aire libre.

Hay una ignorancia religiosa brutal. Y mucha culpa la tenemos nosotros, los cristianos, que no damos doctrina por todos esos medios, cada día técnicamente más perfectos y más influyentes y que, con tanta frecuencia, controlan los enemigos de Dios.

Notas
[11]

«dar doctrina»: a menudo san Josemaría utiliza esta expresión como sinónimo de exponer la verdad cristiana, el depósito de la fe, en los más variados contextos y formas, o, en otras palabras, difundir el mensaje evangélico por medio de la propia actividad personal y profesional. (N. del E.)

67

Rm 10,14.

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