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No podemos olvidar, hijos míos, que el Señor ha dicho que su reino no es de este mundo9 porque, al permitir el mal uso de la libertad humana, ha tolerado que, hasta el día de la cosecha, crezca la cizaña al tiempo que el buen trigo10. ¡Y el mal ha prosperado! Ya desde la cuna de la Iglesia, aun en vida de los Apóstoles, surgen las herejías y los cismas. Persecuciones de los paganos, en los primeros tiempos de la cristiandad, mahometismo, protestantismo, y comunismo ahora. En el campo que Dios se ha hecho en la tierra, que es heredad de Cristo, hay cizaña. No solo cizaña, ¡abundancia de cizaña!

Hasta que descienda del cielo la ciudad santa, la nueva Jerusalén –cielo nuevo y tierra nueva11–, no habrá tregua en la batalla que se libra entre el Señor de los señores y Rey de reyes y los que están con él, llamados, escogidos y fieles12 por una parte, y los servidores de la bestia y del hijo de la perdición, que se opone y se alza contra todo lo que se dice Dios o es adorado, hasta sentarse en el templo de Dios y proclamarse dios a sí mismo13.

Notas
9

Cfr. Jn 18,6.

10

Cfr. Mt 13,24-30.

11

Cfr. Ap 21,1-2.

12

Ap 17,14.

13

2 Ts 2,3-4; cfr. Ap 13,1-17.

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